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La Puja de Andas

 

 

 

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La puja de las Andas de Nuestra Madre

 

                     La tradición de la puja de los brazos de las andas de Nuestra Madre tiene su origen, según parece, en 1943, año en el cual, una vez comenzada la procesión, se libró una verdadera batalla, pues todos querían llevar a la Venerada Imagen de Nuestra Madre sobre sus hombros. Don Constante Martínez era el encargado de renovar a su debido tiempo al personal que cargaba las andas y dar entrada a un nuevo relevo de potadores voluntarios y espontáneos, que tenía el mismo deseo. Asistió a la fiesta un hombre de la vecina localidad de Alcázar de San Juan con objeto de cumplir una promesa a Nuestra Madre, habría de llevarla descalzo y en todo el recorrido de la procesión. Ante la insistencia de tantas personas, Don Constante se acercó a él y le dijo que tuviera la bondad de retirarse para dejar paso a otros devotos, pero este hombre le contestó: “Pégueme, pero yo no me retiro; quiero cumplir con mi promesa, pues el favor que de esta Madre he recibido es muy grande”.

            Al mismo tiempo se presentaron dos militares agradecidos a Nuestra Madre por un favor que de Ella habían recibido, querían demostrarle su agradecimiento públicamente y rogaban a Don Constante para que les proporcionase un brazo en las andas para todo el recorrido, pero la cosa no era tan fácil como parecía, pues era muy grande el fervor y devoción del pueblo de Herencia. En vista de esta situación, D. Constante habla con el Rvdo. Padre Comendador Fray Daniel Vázquez para decirle que el único remedio para atajar la situación sería pujar los brazos de las andas de la Virgen, y de esta forma el que quisiera llevar a la Imagen tendría que ser a cuenta de un sacrificio, entregando equis pesetas para el culto de la Madre de la Merced.

            Efectivamente, y con la aprobación del Padre Comendador, D. Constante habla con Fray Miguel Aguiar, un religioso de extraordinarias cualidades, muy querido y recordado en Herencia, sobre todo por nuestros mayores, y antes de que la Imagen entrase en su templo, Fray Miguel, con fuerte voz comienza diciendo que no hay más remedio, para poner la cosa en orden, que pujar los brazos de las andas de la Virgen, y los que pujen alguno de los brazos, esos serán los señalados para llevarla en procesión al año siguiente.

            Comenzó D. Constante Martínez dando 100 pesetas por el brazo derecho de la parte delantera, ¿quién da más? Ciento veinticinco, dijo otra voz; ciento cincuenta, dijo otra, y poco a poco se fueron pujando cada uno de los brazos de las andas. La tradición comienza a cobrar mayor auge y esplendor hasta el punto de que en 1952 se llega a recaudar para el Culto a Nuestra Madre la cantidad de 39500 pesetas.

            Terminada la puja, cada año y desde 1943, la Virgen entra en su templo con las campanas tocando a Gloria, bajo el celestial sonido del órgano, con olor a incienso y nardo y portada por quienes han pujado los brazos, los mismos que al año siguiente vivirán en primera persona la grandiosa salida del templo para procesionar por las calles de Herencia.

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CONVENTO NTRA. SRA. DE LA MERCED

Herencia (Ciudad-Real)